martes, 3 de marzo de 2015

Cambios de ritmo en casa

El tiempo cuando tienes un hijo pasa muy rápido... cuando tienes dos, ni te cuento.

El pequeñajo ya tiene cinco meses y medio, lo que significa que lamentablemente la insuficiente baja de maternidad y todos sus posibles propinas han llegado a su fin. Entre las 16 semanas del permiso oficial, las vacaciones del 2014 y las horas de lactancia agrupadas, mi mujer ha conseguido alargar el tiempo para estar con el pequeñajo hasta los cinco meses y una semana. De todas formas en este post no voy a entrar a juzgar el tema de la baja maternal (y de la paternal ni hablamos) porque el tema ya está muy pero que muy tratado en multitud de sitios.

Lo que nos toca a nosotros ahora, con la ayuda de los abuelos (menos mal) es hacer encaje de bolillos para, por una parte, cubrir las horas en las que no podemos atender a nuestros pequeños y, por otra, intentar no romper horarios cuando sí estamos con ellos... y con las tareas de casa acechándonos (parece que se multiplican!).

Por un lado le ha tocado a la mami (y le sigue tocando) hacer reserva de leche materna para que el enano tenga el suficiente sustento para las horas en las que su alimento está lejos. Pese a que lo recomendable es hacer lactancia exclusiva hasta los 6 meses (no me salen los números... 6 meses lactancia exclusiva, 16 semanas de baja... ) hemos introducido ya una pequeña cantidad de papilla de cereales tras consensuarlo con la pediatra. No nos queda otra si queremos que las reservas lácteas aguanten algo más de tiempo.

Por otro lado, la ayuda de los abuelos nos cae como mano de santo. El poder contar con ellos para que lleven a la HermanaMayor al cole y se puedan hacer cargo del pequeñajo hasta que la mami llegue de trabajar nos permite estar algo más tranquilos. De todas formas, esta situación no evita el pinchazo de rabia por tener que recurrir a estas situaciones. Tampoco nos haría mucha gracia tener que llevar al pequeñajo a la guardería a esa edad... pero esto lo trataré en otro post.

Por las tardes, cuando ya estamos todos en casa, todo gira en torno al reloj y a esos segundos que pasan a velocidad de vértigo; en pocas horas hay que jugar un rato, preparar cenas, comidas del día siguiente, baños (individuales y/o compartidos), ver algo la tele, cenar y todo eso sin que la HermanaMayor se vaya más tarde de las 21.00 a dormir (luego toca cuento)... La cosa se complica cuando hay alguna actividad extraescolar: los dos, por separado y en días separados, van a la piscina...

No obstante, es lo que toca! Hay que tener pensamiento positivo y tener en cuenta que seguramente, en no muchos años, echaremos algo de menos este estrés de vida, así que tocará disfrutarlo, no?

¿Quién dijo miedo? :)

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